jueves, 14 de julio de 2016

Desde el corazón del Jaguar Negro:

¿La Ayahuasca debe darse gratis?

Todavía hay personas que exigen que la medicina Ayahuasca y otros enteógenos se compartan de forma gratuita, aduciendo que las plantas sagradas no se comercian o que es una labor casi sagrada del chamán el compartir su sabiduría gratis, pues se ha "liberado de lo material".

Sea por una mala información o desconocimiento total, o porque han experimentado con otros enteógenos o alucinógenos locales, se tenga la noción que lo espiritual es gratuito.

Dejemos claro de una vez el punto de vista de Jaguar Negro. Les relato brevemente el viaje de la Ayahuasca desde la selva amazónica hasta tu cuerpecito.

Objetivo: Traer Ayahuasca, la medicina del Alma, para que la experimentes en tu ciudad, en tu estado, en tu país, de las mismas manos que la preparó.

Nuestros hermanos peruanos, oriundos de las comunidades Shipibo, Konibo y Xetebo se internan en la espesura de la selva amazónica surcada por el río Ucayali para encontrar la liana ayahuasca y las hojas de chacruna, las cuales escasean debido al interés creciente a nivel internacional. Seleccionada y recolectadas las plantas son transportadas a pie hasta sus comunidades, donde la actividad económica se basa principalmente en la pesca, la caza, la artesanía y la agricultura. El médico tradicional (quien también tiene familia) recibe las plantas y paga a quienes la transportaron. Prepara el brebaje durante días, utilizando leña (recolectada) para su cocción y más de 100 litros de agua por litro de ayahuasca.

Una vez que termina la preparación del brebaje, deja su comunidad donde desarrolla actividades laborales, médicas, sociales, educativas y de gobierno para llevar su ayahuasca hasta tu localidad. Deja a su familia y se dirige a la ciudad de Lima. Doce horas de viaje para llegar al aeropuerto Jorge Chávez, pasa por las autoridades peruanas que discriminan desde ésta etapa del viaje al médico tradicional que lleva la ayahuasca para compartirla. Aún sin ser un brebaje prohibido, la fiscalización y las revisiones son tediosas desde éste punto. Muchas veces se pierden litros de ayahuasca en ésta etapa. Toma el avión que regularmente hace escala en Panamá (sale más barato que el avión directo) y hasta 23 horas después (por la escala) llega al aeropuerto de la Ciudad de México, donde es prácticamente interrogado, exhaustivamente revisado y vuelto a revisar por autoridades fiscales y policiales mexicanas. Pasa la ayahuasca y su médico tradicional por todo tipo de revisiones y entrevistas, desde rayos x hasta espectógrafo de gases, buscando algo ilícito, algo prohibido en aquel chamán de ropas sencillas que se atrevió a tomar un avión para compartir su tradición, su cultura, su arte y sobre todo su sanación. Hasta doce horas después de estar incomunicado, lo “liberan” después de comprobar que tiene a donde llegar, que lo esperan, que no se va a quedar en México, que se va a regresar pronto. Y el chamán respira, con esa tranquilidad pasmosa. Nosotros afuera del aeropuerto, desesperados, cansados porque no liberan al chamán.

Tratamos de hacerlo sentir en casa. Aunque no acostumbran el abrazo, nos permite abrazarlo y se ríe. Nos cuenta las anécdotas de su viaje, de las nuevas máquinas que utilizaron para escudriñarle la panza, para reventar su dignidad. Pero él ríe. Ya está en casa. Y tiene muchas en México. Hermanas y hermanos que nos apoyan dando hospedaje a nuestro chamán, pero si nuestro calendario lo exige, nos trasladamos a los estados que nos esperan, costeamos gasolina, casetas (hay que pagar para andar en nuestro propio país. No es gratis), hoteles y mucha comida. Le gusta el estofado, el taco y no le gusta el ají (chile). Duerme mucho, pues se prepara para el encuentro de mañana. Llegamos al lugar donde nos reciben. En raras ocasiones es gratis. Por lo general pagamos una cuota por asistente o renta por el espacio. Según sea el caso, temazcal, terapia, música... Muchas veces son lugares que visitamos por primera vez y se gasta en muchas cosas: veladoras, copal, inciensos, lociones, plantas medicinales, frutas para desayunar, repelente para moscos, papel higiénico y un largo etcétera. Nosotros estresados. Queremos que lleguen contentos y se vayan felices, pero requiere de preparación, logística, tiempo y mucho dinerito.

Ustedes llegan. De muy cerca y a veces de muy lejos. A veces son de la misma colonia o localidad y oras veces de otros países, otros idiomas. Los abrazos son los mismos. Y el chamán ríe. Comienza nuestro encuentro. Chamanismo, espiritualidad, contemplación, purga, liberación, reencuentro, magia. Canta el chamán hasta 6 horas. Guía, atiende, se ocupa de cada uno. Después de ser llevados al interior de cada uno de ustedes y de contemplar el Universo que reside ahí, dentro de ti, entonces, sólo entonces, el chamán duerme. Nosotros también descansamos. Lo hicimos de nuevo. Rompimos el cerco, nos asomamos al bardo, nos liberamos de la Matrix, encontramos la sustancia de la que está hecha el Universo. Amor líquido. Purificación. Redención. Paz.

En la mañana nos despiertan sus voces que no dejan de comentar en pequeños grupos lo que pasó anoche. Hay carcajadas, lágrimas secas, entusiasmo. Desayunamos juntos, los despedimos entre abrazos (más fuertes, el chamán ríe y se deja abrazar), intercambio de correos, teléfonos, promesas de un futuro encuentro.
Levantamos la tienda de campaña, guardamos todo en la cajuela, honramos el espacio y pagamos a los chamanes o propietarios (que también tienen familia) del centro, del espacio, del temazcal, del huerto, cabaña.

Nos vamos al siguiente destino, a otra ciudad, a compartir ésta experiencia espiritual. Más gasolina, más casetas, más hoteles y mucha comida. Nada de esto es gratis. Vamos a Electra, el chamán manda dinero a su familia, hablan en su idioma pero entendemos. Pregunta por sus hijas, por su comunidad, por su gente, que dejó ahí, en medio de la selva, esperando durante meses su retorno.

Xaguar Negro

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